noel alejandro nos descubre un nuevo porno gay independiente

Conoce al joven director que está tratando de desvirtuar las barreras interpuestas entre la industria del cine para adultos y nuestra sociedad.

Alberto Sisí

call me a ghost

Desde 2011, Noel Alejandro ha dirigido siete escenas eróticas —o pornográficas, si tenemos en cuenta que dentro del porno hay sexo explícito y en lo que ofrece Alejandro también—. Sin embargo, esto no es el centro de sus intervenciones ni tampoco lo que le mueve a rodar. El realizador busca diferenciarse de las cantidades ingentes de respuestas que ofrece Google cuando buscas una escena que apele a los instintos más animales.

Siete escenas y una primera acción a la que llamó Hairy, que acumula ya más de un millón de visitas en Vimeo, son sus cartas de presentación. Noel Alejandro se define a sí mismo como cineasta independiente, y aunque no evita hablar de erotismo, pornografía o sexo, consigue hilar un discurso muy alejado de lo que en un principio podría parecer que vertebra su trabajo.

Hablamos con el director en una de sus paradas en Barcelona, pues vive a caballo entre Bélgica y Cataluña, para que nos ilumine acerca de su trabajo y defina como insider su opinión acerca de la situación actual del erotismo, la pornografía o como cada cual quiera llamarlo.

Call me a ghost

Noel, cuéntanos qué es lo que haces.
Por encima de todo, yo hago sexsions [una sesión de sexo]. Lo que pasa es que juego con otras reglas. También podemos decir que hago películas independientes: me considero un cineasta independiente, pero juego con otras reglas. No estoy limitado ni por las reglas del cine porno ni por las reglas del cine convencional. Son películas de cine independiente, pero, por encima de todo, son sexsions porque son películas orientadas para consumir de un modo determinado.

Es decir, puedes encontrarte muchas películas que tienen elementos explícitos, escenas explícitas… Pero solo son pinceladas. De repente, sale una nueva película en la que se ve un pene y todo el mundo flipa. Yo no hago eso. Mis películas reflejan el sexo y la verdad, duraderas y de diez minutos a poder ser. Está hecho para que la gente pueda disfrutar de esa escena, en su realidad, en su intimidad, pero a la vez tenemos otros elementos que han ido surgiendo poco a poco, como una especie de evolución natural. Al final, estoy haciendo este tipo de cine independiente.

En tu web defines tu trabajo como “una nueva forma de acercarse a la erótica gay”. ¿Te interesa más el erotismo o la pornografía?
La gente, cuando me quiere etiquetar, rápidamente me dice que hago erotismo, pero yo no lo tengo tan claro. Ya son temas míos, pero hablo sobre sexualidad, hablo sobre sexo, pero no sé si estamos hablando de erotismo. Trato de insinuar con los actores, pero digamos que el erotismo es el campo en el que yo me muevo. A la vez es un arma de doble filo porque muchas personas se quedan ahí y yo lo que quiero es escapar de ese concepto de erotismo, pero es inevitable.

Trivial

¿Qué opinión te merece el porno gay convencional?
A mí me gusta tal y como está: yo lo disfruto y lo consumo como todo el mundo, pero hay una diferencia —o por lo menos me pasa a mí— que es que cuando coges una cámara tienes necesidad de narrar, ¿no? Sin embargo, en el cine porno normal, se carece de cualquier tipo… Es simplemente sexo sin nada más. Ningún director de cine porno se atreve a hacer algo más con esos dos actores, esas dos personas que tiene delante, y esto da un poco que pensar.

La gente no se toma en serio y sí puedes hacer cine adulto, como yo hago, tomarte en serio y tratar de narrar algo. El 99,9% del porno es completamente plano y sin ningún tipo de narrativa ni sensibilidad: ofrece una visión del sexo que, bueno, está ahí, está bien, pero también pienso que es un poco negativa. Yo no cambiaría nada del porno, pero no deja de extrañarme que no haya habido una evolución. En los 70 todavía había algo de narración, pero se pasó a una involución en la que solo había sexo y sorprende que se haya quedado ahí.

¿Qué es lo que te gusta trasmitir a ti con tus películas?
Me gusta hablar de cosas que para mí son un poco tabú. Hay una evolución grande en las películas, desde cuando empecé a ahora, y lo seguirá habiendo pues me curto cada vez que grabo un corto, aprendo a manejar y a expresar. Pero me gusta hablar de temas trascendentales como nuestra conexión con nosotros mismos y también me gusta hablar de cosas en las que no creo en la vida real, como por ejemplo Dios y seres paranormales.

Me gusta hablar de eso porque uso mis cintas como una válvula de escape. Soy una persona súper científica que no cree en nada que no tenga una base, y digamos que explorar esos temas me ayuda como válvula de escape a salir un poco de la razón en la que algunas personas nos encontramos al ser incapaces de creer en nada y podemos hablar de estas cosas en cine.

Es curioso hacerlo desde el cine pornográfico, pero es donde me ha llevado la vida. Empecé con Erika Lust hace unos años, aprendí el negocio y ahora solo sé hacer esto, pero como tengo necesidad de hablar de todas estas cosas, al final estoy cogiendo elementos del porno y haciendo mis propias movidas.

Call me a ghost

Erika Lust es el paradigma del porno ético. ¿Tú consideras que tenéis una responsabilidad?
Yo me niego bastante a aceptar una responsabilidad porque me considero director. Considero que lo que yo hago es ficción y puedo llevar los elementos a donde me dé la gana, pues solo respondo ante mí mismo. Sin embargo, también es cierto que cuando empiezas a tener un público y a personas alrededor si que empiezan, de alguna manera, a levantarse voces críticas. Aunque no guste, sí tienes una responsabilidad y mucha gente te dice cosas que no se ven en tu porno.

Por qué no hay personas de color, por ejemplo, o por qué no hay esto o por qué no hay lo otro. Ves que la gente empieza a meterse en temas que tú ni siquiera te habías planteado a ti mismo. Cuando tienes una exposición, entiendo que hay una mínima responsabilidad aunque yo me niego un poco a aceptarla y considero que no es bueno para el artista dejarse influenciar por factores externos.

Pero bueno, imagino que al final no es tan difícil ser un poco más inclusivo o hacer las cosas de determinada manera, por ejemplo, con el uso de preservativos. Yo trato de esquivarlos en mis cortos y estéticamente no me gustan. Cuando veo una película adulta me gusta que me trasmita una historia que ya sé que no se puede hacer en la vida real y muchas personas me han dicho que eso no está bien. Yo siempre digo que mis actores se hacen tests, son adultos y pueden tomar sus propias decisiones, y así lo hago. Sí, al final hay que tener cuidado con lo que haces cuando tienes un público, supongo.

En tu blog tienes una entrada en contra del uso de preservativos que no creo que te haya granjeado muchas amistades.
Pues la verdad es que no he tenido ninguna queja. Me parece que un chico me escribió un ‘tuit’, pero no. Quizá no tengo tanto público como para generar tanta respuesta. En eso estoy. No, no, al contrario. De hecho, la mayoría de las personas con las que lo hablo lo entienden. Esto es una decisión de cada uno […]. Si hay unas pruebas de por medio, no entiendo por qué se tiene que granjear una controversia.

Trivial

¿Qué tiene que tener un chico para que lo incluyas en una de tus producciones?
Me gusta, sobre todo, que no parezcan actores porno. Hacerlo lo más alejado posible de una película porno; alejado de ese producto de hombre musculado y enamorado de sí mismo. Me contactan mucho bailarines y artistas. Me escriben muchos bailarines y gente que baila danza contemporánea que, después de ver mi trabajo, se han animado a querer hacer cosas y he trabajado con varios de ellos, de hecho. Me gusta trabajar con personas que no han participado nunca en una película adulta. Me imagino que son personas que han sentido la curiosidad, pero que todo lo que veían no les motivaba; lo debían ver como feo y cutre. Tengo una lista de actores que quieren trabajar conmigo; ya ni siquiera hago castings.

¿ Y qué crees que mueve a la gente a ponerse en contacto contigo?
Suelen ser personas que están muy conectadas con su lado erótico y supongo que son personas que quieren traspasar esa última frontera. Los artistas y bailarines son personas que trabajan tanto con su cuerpo que ven esta última barrera que es ponerse delante de una cámara. No sé, me imagino que también entra en juego un tema exhibicionista. Yo los admiro mucho porque es algo que yo nunca podría hacer.

¿Es el cine para adultos un medio para el cine convencional? ¿Alguna vez te has planteado acabar ahí?
Sí, desde luego. No me importaría llegar ahí en algún momento, pero me gusta lo que estoy haciendo. Lo veo como algo muy interesante y un reto enorme explicar una historia en la que tiene que haber una historia de sexo, justificado y representado de una forma positiva. Me cuesta imaginarlo, pero imagino que sí, que en algún momento terminaré aterrizando en el cine convencional aunque no sé de qué manera ni cómo.

noelalejandrofilms.com